Cassoulet Francés
El cassoulet es uno de los guisos más reconfortantes de la cocina francesa, originario de la región de Occitania. Este plato de cuchara, lleno de alubias blancas y carnes, tiene su origen en los días fríos del sur de Francia y se ha ganado su lugar en las mesas del mundo por su sabor profundo y su forma de calentar hasta el último rincón del cuerpo.
Para preparar el cassoulet, se empieza con un buen sofrito de cebolla, zanahoria y ajo en una olla grande. Las alubias blancas, después de haber estado en remojo la noche anterior, se agregan a la olla junto con hierbas frescas como tomillo, laurel y perejil. Lo más común es usar confit de pato, salchichas de Toulouse y panceta para darle su sabor característico. El guiso se cubre con caldo, y entonces empieza la magia de la cocción lenta.
Este plato se cuece a fuego muy bajo, durante al menos dos o tres horas, y aquí está el secreto: se rompe la costra que se forma en la superficie varias veces mientras se cocina, permitiendo que todos los sabores se integren y se intensifiquen. Esto hace que el cassoulet tenga esa textura cremosa y un sabor profundo.
Una vez listo, el cassoulet se deja reposar unos minutos y se sirve directamente de la cazuela, acompañado de pan rústico para mojar en el caldo espeso y sabroso. Los locales suelen acompañarlo con un vino tinto del Languedoc para equilibrar la riqueza del plato.
El cassoulet no es solo comida; es un plato que habla de tradición, paciencia y gusto por los sabores intensos. Cada bocado es como viajar a un rincón del sur de Francia.